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Reflexión: VOLVER A LAS FUENTES por Nelson Abadía*

Reflexión: VOLVER A LAS FUENTES por Nelson Abadía*

El futbol colombiano a través del tiempo y de la historia ha tenido prestigiosos futbolistas que le han dado nombre, pero… no pasamos más allá del individualismo y de los títulos que ellos ganan en los equipos que los contratan en el exterior.

En los torneos de selecciones son contados y esporádicos los títulos; logros que hemos obtenido más por ímpetu, por generación espontánea, que por una planificación estructurada dirigencial y deportiva.

Tuvimos una época de dirigentes empresarios -hoy todavía tenemos algunos- con proyectos cimentados en la competencia y competitividad que estructuraron al jugador para lograr un profesional óptimo, no el ideal; de allí partió la planificación con selecciones que, en su formación y competencia internacional, nos fueron dando -a jugadores y técnicos-, la experiencia, la madurez y la sapiencia para afrontar certámenes internacionales: torneos FIFA, CONMEBOL Y CICLOS OLÍMPICOS.

Esa clase, el dirigente-empresario, valoraba el futbol como un oficio con proyectos dirigidos a formar jugadores sólidos en la competencia, inculcando una mentalidad de éxito alta; generaciones de técnicos y jugadores que interpretaron su sentir haciendo del futbol colombiano un entretenimiento que enamoró al pueblo;  fuimos consecutivamente a tres mundiales de selección absoluta, como fruto de la formación desde las selecciones menores que asistieron a torneos orbitales, donde competíamos obteniendo logros que nos fortalecieron mentalmente y llevaron a exportar jugadores al futbol internacional. Eso nos dio estatus y un lugar en el contexto del balompié mundial.

Hoy, el futbol está más publicitado que nunca, es una moda, un fenómeno social, un producto de consumo de primera necesidad, “hoy está mejor vendido que jugado” -diría Jorge Valdano, exjugador-periodista.

Este fenómeno social nos condujo a la aparición de dirigentes comerciantes, (sin proyectos) que han abrigado técnicos y jugadores de bolsillo, donde el ego prima por encima del conjunto y nosotros en medio de esa involución volvimos a ser perdedores.  

Hago una salvedad “el futbolista masculino tiene el futbol como un medio de vida para llenar su bolsillo, la mujer futbolista tiene el futbol como un estilo de vida”, por ello, ellas han alcanzado más logros que los hombres en proporción al tiempo histórico del desarrollo del futbol femenino en Colombia.

Hoy no hay dirigentes, ni técnicos que tracen las pautas a seguir y enseñen que hay que “COMPETIR PARA GANAR”. Abundan los entrenadores en las etapas de formación que eligen jugadores grandes y fuertes por “ganar como sea”, antes que enseñar fundamentos técnicos propios del deporte, desarrollando el carácter competitivo de sus jugadores-alumnos para el éxito como prima en el deporte.

Se necesita urgentemente entrenadores que conozcan e interpreten el sentir y el querer de esta nueva juventud colombiana que es disruptiva, irrespetuosa e irreverente-con escasos valores desde el hogar- para hacerles entender que el futbol es un estilo de vida.  Es indispensable formar y buscar entrenadores que sean pedagogos, con conocimiento y formación académica, con principios de autoridad, de carácter, que proporcionen las bases competitivas al nuevo jugador que, en la cancha, refleje lo que su entrenador y/o técnico transmite, “en la milicia, un pelotón es reflejo de su comandante”.

Debemos y tenemos que VOLVER A LAS FUENTES, al BALÓN sinónimo técnica; al JUGADOR expresión máxima de la competitividad del juego.

Nelson Abadía Aragón*

(Entrenador nacional de futbol.)

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