Nectar Reposado.

[Opinión] Comentario Líder - Los premios Altius, el arca de la alianza

[Opinión] Comentario Líder - Los premios Altius, el arca de la alianza

Fue una noche inolvidable, una gala con una alta dosis de dignidad y orgullo.  La versión número 12 de los premios Altius tuvo esa mezcla perfecta de emoción familiar, una inmensa fotografía de recuerdos y nostalgias con padres, hijos y abuelos que nos permitió ver quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos.  Fue la instantánea de nuestra vida en el deporte.

Ver reunidos en medio de la noche a los deportistas de antes como Víctor Mora y Helmut Bellingrodt, confundidos con los de ahora: David Alonso, Ángel Barajas y muchos más, es tener abierta, frente a nuestros ojos, la enciclopedia del deporte nacional.

Fue una ceremonia altiva, donde todos fueron llegando elegantemente vestidos, ellas de traje largo y ellos con sus mejores prendas; recibidos por una alfombra roja que remataba en los arcos del triunfo del Comité Olímpico, donde resaltaba la palabra Altius, algo así como “el óscar criollo” de nuestros campeones.

Poco a poco, el pasillo aledaño al salón principal se fue llenando de caras conocidas, de amigos que seguramente no se veían en años; sonrisas y abrazos llenos de nostálgica emoción fueron ocupando el espacio que ha ganado la incertidumbre de los últimos días.

Cuando todos, después de los reencuentros, fueron invitados a pasar al salón principal, la sonrisa de Catherine Ibargüen y la solemnidad de Carlos Julio Guzmán resplandecieron en sus trajes blancos e iluminaron el enorme salón finamente decorado que albergaba al país deportivo.

La representación de ese país estaba allí, expectante con la convicción que la fiesta sería el escenario preciso para desahogar este nudo en la garganta que a todos nos aturde.  

El presidente del Comité, Ciro Solano, pasó al frente de todos y fue deslizando con suma prudencia cada una de sus palabras de bienvenida cargadas de ese amor propio de quien ha entregado su vida a la causa deportiva. Un capitán que en medio de la tormenta lanzó el ancla del optimismo fundamentado en la historia, el pasado y el presente olímpico de la nación.

El auditorio en profundo silencio, comunicándose con el lenguaje de las miradas, entendió que el máximo representante del deporte federado del pais invitaba a abordar el arca de la alianza abandonado “el Titanic del naufragio”.  Sus palabras inteligentemente hilvanadas fueron tejiendo ese efecto, hay que seguir adelante a pesar de los nubarrones del presente en medio de un país politizado donde día a día se alimentan más zanjas de desunión.

La gala de los premios Altius fue sin duda un canto a la altivez y la rebeldía para de seguir creyendo en la juventud colombiana, esa que con sudor y esfuerzo diario lucha día a día por un mejor pais.

El deporte es el verdadero motor que impulsa la paz y la unión de los pueblos, y así debería ser entendido por nuestros gobiernos; concebir que las leyes se crean para facilitar los procesos, no para entorpecerlos. Si ellos hoy ocupan cargos de poder, fue por la elección que el pueblo escogió para vivir mejor y no para sentirse oprimido ni mucho menos humillado y despreciado por los elegidos.

Por lo pronto, como en las grandes crisis, y esta lo es, llegó el momento de ser autosuficientes, creativos buscando soluciones que permitan la estabilidad del sector. La empresa privada debe decir presente, no por obligación y sí con el convencimiento de que el deporte alimenta el orgullo nacional.

La responsabilidad social es de todos, el deporte colombiano nos necesita a todos para liberarnos de los miedos que nos embargan frente a medidas absurdas que pretenden minar lo que por tanto tiempo y con tanto sacrificio se ha conseguido. Dios aprieta, pero no ahoga… -decían los abuelos.

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